Gonzalo Difeo es ingeniero químico, y actualmente es Responsable del Laboratorio de Tecnologías Aplicadas al Agua en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Se formó en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y en la Facultad de Ingeniería de FUIBA, donde realizó una Maestría en Ingeniería Sanitaria y Ambiental. Todo esto lo convierte a él en la persona indicada para consultar sobre el problema que significa el arsénico en el agua hoy en día, que atraviesa no solo al Municipio de Moreno o a la Provincia de Buenos Aires, sino a toda la República Argentina.

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P: ¿Cómo llega el arsénico al agua?

R: El arsénico es un mineral que se encuentra en las rocas que contienen restos de actividad volcánica, es decir, que es de origen natural. El agua entra en contacto con las rocas y estos sedimentos se disuelven y liberan el arsénico. Las aguas a grandes rasgos pueden clasificarse en superficiales o subterráneas, el 90% de los casos de arsénico en agua es en aquellas que son subterráneas.

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P: ¿Qué puede decir sobre el caso particular de Moreno?
R: No tengo conocimiento del caso particular de Moreno. Pero sé que desde este año se va a hacer un estudio de hidroarsenisismo, promovido por la Secretaría de Recursos Hídricos con cuatro o cinco ejes temáticos, uno de ellos es realizar un estudio epidemiológico de las personas expuestas a 10mg/l de arsénico o más para en base al resultado establecer cuáles son los límites permitidos de arsénico en el agua.  El tiempo estipulado del estudio es de 18 meses.

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P: ¿Por qué hoy es necesario establecer nuevos límites de los niveles de arsénico en el agua?
R: En la legislación el límite es 50mg/l, la Organización Mundial de la Salud recomienda 10mg/l, y el Código Alimentario Argentino recomienda lo mismo, hay un vacío entre los 10mg/l y los 50mg/l. Ese mismo código establece que depende de cada autoridad definir el límite. Algunas provincias han hecho estudios y adoptaron 30mg/l por ejemplo.

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P: ¿Cómo es posible que dos casas vecinas tengan niveles de arsénico distintos?
R: Hay cierta depresión de los niveles. La variabilidad del contenido de arsénico funciona así: debajo de la tierra hay un “río” -intenta explicar con lenguaje coloquial- que fluye en cierta dirección. Cuando se toma una porción de ese río eso se encuentra en movimiento todo el tiempo. La calidad de un pozo tiene determinada composición y uno que esté justo a su lado puede tener otra. Los prestadores de servicios de agua tienen baterías donde hacen una mezcla de agua proveniente de distintos pozos y la someten a tratamiento para tener una calidad más homogénea que la de un solo pozo. La calidad del agua depende de la profundidad, el tiempo de permanencia del agua en el acuífero y otras variables.

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P: ¿Existen tecnologías que permitan purificar el agua y dejarla libre de arsénico?
R: Hay tecnologías de remoción que pueden permitir dar agua de calidad no contaminada, no hay una sola, y elegir cuál aplicar depende del caso. Lo primero que se debe hacer es caracterizar el agua y ver sus componentes mayoritarios. Luego se realiza un análisis técnico, ambiental y económico para evaluar la tecnología más adecuada. Las tecnologías existen, pero como mínimo hay que tocar esos tres factores. Es muy necesario hacer estudios hidrológicos y no sobreexplotar el acuífero.  Saber el estado actual del agua que va a revelar la subsecretaría de recursos hídricos es clave para ver cuál es el límite para a partir de eso ver cómo adecuarse a ese valor las prestadoras de agua.
 

P: ¿Qué pasa con el consumidor?
R: No hay concientización de la gente. Hay concesionarias que dan agua de red y los consumidores creen que tomar agua de red es potable. Eso es cultural. En Capital AYSA entrega agua potable. Pero en provincia no. Hay cooperativas que no trabajan el agua, entregan agua de pozo. Hay una falta de comunicación y educación muy grande que empeora la situación.